viernes, 7 de octubre de 2016

1. CELOS, de Isabel Oliva


El italiano Massimo Tamperi tenía la cualidad de conseguir inolvidables interpretaciones en la ópera. Nadie como él, decían, sabe sacar tan intensamente el espíritu del personaje representado y darle vida sobre el escenario.
Su última representación fue Otelo. En el acto final, tras sucumbir a los celos destructores pérfidamente engrandecidos por los engaños de su criado Yago, Massimo se acercó a Desdémona, encarnada por la soprano Martha Petrovich, para gritarle

“¿Has rezado tus oraciones esta noche?

Y en un impulso incontenible, la agarró del cuello sin piedad hasta estrangularla.
Massimo, actualmente, ya ha cumplido cinco de los treinta años a los que fue condenado por el asesinato de Martha; pero el espíritu de Otelo sigue en libertad, esperando cualquier ocasión para encarnarse.

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