martes, 31 de enero de 2017

El telón se ha cerrado de momento
Gracias por vuestras propuestas
Y hasta muy pronto

134 - TELEGRAMA DE FORTIMBRÁS, de Pablo Escobedo


Querida madre. Stop. Punto. No te lo vas a creer. Stop. Punto. Hemos ganao.Stop. Punto.

133 - LA ESPERA, de Karen Amorrortu

-Bendita tú- le dijo- que eres como una balsa subterránea- No hubo más locuacidad, se sonrojó, y se diluyó en el agua mansa.
La sirena quedó sola al pie del alga sinuosa, el pez era escurridizo, las escamas verde oro se deshacían entre sus dedos,
-Te quiero porque me abandonas- dijo ella, mientras meditaba si sería cierto.
Por eso se quedó en el fondo del arroyo.

132 - PEOR EL REMEDIO QUE LA ENFERMEDAD, de Virtudes Torres

Otelo dormitaba en la hamaca. Tenía los ojos entornados, pero no perdía prenda de lo que pasaba alrededor. En la casa de al lado las niñas jugaban a la comba riendo y cantando, pero él solo veía a Julieta que parecía triste sentada en una silla de enea junto al arbusto de camelias blancas. Llevaba así varios días. Pensó en invitarla a pasear por el puerto para ver los barcos que volvían cargados de pescado; recordó que antes eso le gustaba.
Un coche paró en la puerta de la casa de al lado. De él bajó una señora con un gato de pelo negro azulado. Con paso firme el minino se acercó hasta la silla donde se encontraba Julieta. Esta al verlo de un salto bajó a reunirse con él. Los ronroneos no tardaron en oírse. A Julieta pareció que le habían inyectado una dosis de energía. Ambos accedieron al tejado y allí a la sombra de la chimenea dieron rienda suelta a su amor.
Otelo muerto de celos optó por largarse al callejón de los bares y apurar todas las latas de cerveza de los contenedores. Gran error, pues beodo ve Julietas y Romeos por todas partes

131 - EL HIJO PRÓDIGO, de Francisco Javier Pintor

Hacía tres meses que no podía conciliar el sueño. Una llamada telefónica le había devuelto a la realidad de la que creyó escapar con un huida a ninguna parte. Su padre había fallecido. Desde ese instante una imagen retenida le instaba a volver al lugar de su infancia. La voz del fallecido era la constante de sus noches. Y regresó, el regreso del hijo pródigo. Para recibir la herencia que le correspondía, la tristeza de su padre, para coincidir de nuevo con la madre que nunca les quiso, y con sus amantes, que sembraron la discordia que acabaría con los huesos de su padre en la tumba.
Y la voz, esa voz que clamaba venganza, que llenaba de sangre sus pupilas, que envenenaba las palabras que dirigía a todos los que conocieron a su padre y se sometieron a su madre. Y la duda, el sentimiento de culpa, de abandono, la lucha contra los fantasmas que atenazaron a su padre, y ahora a él.
Y la renuncia a cualquier acto. Se sentía más unido a su padre que nunca. Y su voz le acompañó mientras ingería las pastillas que le conducirían junto a su mentor. Sin dudas.

130 - MENAGE À TROIS, de Asunción Buendía

Viola no podía estar más contenta, sonreían sus ojos, sonreían sus labios y hasta su pelo sonreía. Por casualidad había escuchado un fragmento de conversación de su jefe.
— Si, es perfecta. Fue un acierto elegirla a ella. Es el destino…hoy se lo diré.
Viola desde que lo vio por primera vez en la entrevista de trabajo, siente algo por él que no es “simple y puro respeto”, como quiere hacerse creer. Ahora ya no tiene nada que temer. El señor Orsino lo ha dicho, es el destino.
La flacucha, pero eficaz Olivia, le hace señas para ir a desayunar. Viola siente por ella sincera pena, es tan feilla, tan poca cosa. Por eso siempre le muestra su cariño y Olivia se transforma de puro contento. Como un perrillo chico, cuando el amo le hace fiestas, aunque la realidad es que el corazón de la “flacucha” palpita por y para Viola.
Cuando las dos muchachas salen a tomar su café, el señor Orsino se acerca con sonrisa bobalicona, a Viola le hacen los ojos chiribitas y se adelanta a su encuentro, él ignorándola, la rebasa y visiblemente embelesado invita a “un desayuno especial y con sorpresa” a una petrificada Olivia.

129 - LAURENCE, de Cristina Martínez

1955. Despacho de un conocido productor cinematográfico. En aras de su anonimato, se le llamará "Productor".
Sentado frente a él, un reputado actor. Su nombre en clave será Laurence Aceitunier.

Laurence.- Tengo una idea.
Productor.- (Suspira)
Laurence.- Una idea muy buena.
Productor.- Larry...
Laurence.- No, escúchame. Va a ser un éxito.
Productor.- Te escucho.
Laurence.- Shakespeare.
Productor. - Joder.
Laurence.- Shakespeare en pantalla grande.
Productor. -No.
Laurence. - A todo el mundo le gusta Shakespeare.
Productor.- Shakespeare no le gusta a nadie.
Laurence.- Déjame crear.
Productor. Joder.
Laurence. No me coartes.
Productor.- Vete a crear a tu casa. Aquí estamos para ganar dinero. Y el dinero está en los musicales.
Laurence.- Ya.
Productor. - Gente bailando. Ropa rosa. Cosas que brillan. Esa onda.
Laurence.- Los musicales son mentira.
Productor.- Y hablar en verso delante de una cámara es verdad. No me jodas, Larry.
Laurence.- Podemos hacerla colorida.
Productor.- Colorida.
Laurence. Sí. Con pelucas.
Productor.- Pelucas, ¿eh?
Laurence.- Sí. Pelucas. Ropa que brille . Y cortinas fucsias.
Productor.- ¿Y... mallas apretadas?
Laurence.- No. Mallas apretadas no.
Productor.- Venga.
Laurence.- Que no.
Productor.- Pues persecuciones de coches.Y explosiones. ¡Y tetas!
Laurence.- (Suspira) Las mallas apretadas... ¿De qué color?

El Productor sonríe. Laurence Aceitunier traga saliva.
Oscuro.

128 - MIS ESTRELLAS, de Mª José Alonso

Casi sin proponer fue mera casualidad, quiero pensar que el caprichoso destino hace que las personas se crucen por nuestro camino.
Era mi sueño, una aventura a la cual me correspondiste.
Tumbados en la noche ante tan gran e inmenso cielo lleno de estrellas, casi las tocamos, oímos el silencio de las montañas, fue hermoso.
Qué poder tiene la naturaleza, bebimos de esa agua que manaba airosa y caprichosa por las entrañas de esa ladera.
Comenzó una sensación que me iba abrazando y me acunó durante nuestro camino.
Quise averiguar el porqué de un cambio hacia tu ser. Pasaron los días y esa dulzura me cautivó, quizá mi devoción fue apresurada.
Presuntuosa y obstinada de conseguir el amor que nunca me diste, sin reproches, con humildad y sin rencor, se fue mi ángel, tan solo quedaran recuerdos que poco a poco el tiempo los harán desvanecer.
Con un intenso dolor, derrotada, te dejo partir.
Aún mi oído no deja que se marchen tus dulces y temblorosas palabras de halagos y el consuelo que me ofreciste.
Eché un pulso del cuál no salí victoriosa, mi hiel se cristaliza cada día, en cada instante que te pienso.

127 - EL MONO MECANÓGRAFO, de Plácido Romero

En el intento número 345.678.908.567.003.456, el mono mecanógrafo había terminado ya de escribir las comedias y dramas históricos de Shakespeare y había comenzado con las tragedias. Los científicos que supervisaban el experimento (la enésima generación de científicos) estaban entusiasmados. Pensaban que ese mono lo conseguiría. Ya imaginaban los artículos que escribirían, los libros que publicarían, los congresos y conferencias a los que asistirían. Sin embargo, cuando el mono estaba mecanografiando Coriolano, cometió un error en la escena segunda del acto tercero. Volumnia, en vez de decir: ‘Do your will’, decía: ‘Do your wish’.
El mono tuvo que empezar de nuevo.

126 - ERROR EN LA PROGRAMACIÓN, de Julián Sánchez

Macbeth trata de huir de las tres brujas, de su esposa, esconderse del viejo espectro, de los sirvientes del rey, ignorar a Banquo, a Duncan, a sus hijos, pero no puede, por lo que decide asesinarlos a todos.
Aún así, al rato, se los vuelve a encontrar, una vez reparados, sin que él lo sepa, y comprende que es cosa del destino y no del azar optando por suicidarse. Dados los hechos el parque temático cierra sus puertas mientras se averigua el fallo en el robot y se exigen responsabilidades a los técnicos con un fulminante despido al responsable y una escueta nota de prensa prometiendo devolver el dinero al público inmerso en una grave decepción. Durante el tiempo de cierre,, Macbeth sufre una fuerte depresión que ningún técnico puede reparar y se dan cuenta que están ante una nueva tragedia para el personaje. Otra más.

125 - PELLEJO, de Joan Lluis Sagués

Las botas, con el anagrama de la casa de Tiro, son la prueba de quien soy. Botas que me han acompañado en el desahucio, el puerto, el naufragio. Botas el día mi boda y su pérdida. Piel de cocodrilo que cede al pie que cede y llena el cajón y recorre, en la resurrección, el ciclo de la muerte, la prostitución, el olvido, la sangre. Piel que surca la frontera en una camioneta Ford destartalada. Pie que despierta el sueño, el éxodo de mi historia, la recuperación del esposo, del trono, del padre.
Con ellas demuestro, las botas, ante ti, Marina que soy tu padre, aunque sigo sin saber de quien somos hijos.
Ambos.

124 - DESDÉMONA, de Asunción Buendía

Su cara descompuesta, sus ojos inyectados en acusación y su boca llena de desprecio vaciándose: Desdémona.
Mi cuerpo vencido, mi llanto, mi miedo. Desdémona. También mi desconsuelo. Nada me importan ya sus acusaciones, qué más da si no son ciertas. Él así lo ha creído y así me lo demuestra. Ya otra ocupa mi sitio, otra reina en su pensamiento y de otra sale el nombre por su amada boca. Desdémona. Cuánta belleza en ese nombre antiguo, seguro su dueña será igualmente bella. Será fuerte, será perfecta.
Se acerca y le recibo. Me rodea con sus brazos, más no es amoroso abrazo, es gélido retener. Nuevas acusaciones. Por mi parte, una sola pregunta: ¿la quieres? Confusión, sus ojos aún más espantados interrogan ¿A quién? A esa que tanto nombras, mi rival sin batalla: Desdémona.
Triste risa cae de sus labios, sus manos suben desde mi cintura, pasean por mis pechos. No se detienen, llegan a su meta, mi cuello. Cuello idolatrado y mil veces besado, ahora papel viejo.
Mientras lo rompes, intuyo tu cara descompuesta, tus ojos inyectados de acusación y tu boca llena de desprecio que se derrama: Tú, maldita adúltera, tú eres mi Desdémona.

123 - ¡TE SALUDAMOS, LÓPEZ, QUE UN DÍA SERÁS CEO! de Tamara Suárez

—Ya has escuchado a las tres secretarias, un día serás CEO…
—¿Esas brujas? Estaban borrachas. ¡Ellas qué sabrán!
La pareja observa desde la barra, mientras la cena de empresa entra en su fase decisiva.
—Aprovecha ahora, ataca —susurra la mujer al hombre que se dirige, sin mucho ímpetu, a la mesa en la que está sentado el Consejero Delegado.
—Quizás no es buen momento, pero… hace tiempo que vengo trabajando bien, tal vez…
—López, es usted uno de los mejores elementos de nuestra compañía, no me olvido de usted.
—¿Entonces…?
—Mmmm… ¿Qué le parece ser el nuevo CCO?
—Es que ya soy CTO…
—Pensé que usted era el CMO
—No, no, soy el CTO… Bueno, espere… ¡Cariño! ¿Qué soy y qué quiero ser?
La mujer de López se acerca a la mesa y contesta:
—Eres CTO y quieres ser CEO
—Eso, eso, perdone Consejero Delegado, ¿qué tal ser el nuevo CEO?
—Pero es que el CEO soy yo… ¿no?
—¡Pardiez! Es posible, sí…
La pareja se retira de nuevo a la barra:
—¿Seguro que las tres secretarias no dijeron que algún día sería el nuevo CIO?
—Calla, López, calla, para otra vez déjame a hablar a mí—zanja la mujer.

122 - TINTE TRÁGICO, de David Rubio

En la peluquería «La Juli», dos clientas habituales hablan animadamente sobre sus parejas:
—Al mío hay que azuzarle, es incapaz de actuar por sí mismo, le falta ambición… Sueña con ser director general de la empresa, pero si no es por mí, no movería ni un dedo.
—Pues a mi morito no sé qué le pasa, anda revuelto, me hace rezar por las noches por un pecado que dice he cometido.
—Pero si tú eres más pura que el agua bendita— dice la joven propietaria de la peluquería.
—Ya, eso es verdad… Oye… y tú, con esas mejillas coloradas, ¿en qué andas metida? Se te ve despistada…
—Ay de mí… He conocido a un chico maravilloso, pero es el hijo del que lleva el taller Braulio y ya sabéis que mi padre…
—Sí, Pepe, de taller Pepe, en frente del taller Braulio, una porfía legendaria… —espeta la mujer mayor…
—No te cachondees, pobre niña…
—No, déjala, tiene razón, esos dos no se arreglarán jamás, nuestro amor es un imposible… Bueno, ¿qué tinte quiere, señora? ¿Le apetece algo diferente esta vez?
—Échame un tinte trágico.
Desde la calle se oyen las carcajadas de las tres mujeres…

121 - EL HOMBRE SIN OREJA, de David del Río

Romeo perdió su oreja en alguna trifulca mientras iba borracho y cuando llegó a casa, Julieta, cansada ya de su marido, le reprimió, cuando vio las gafas giradas sobre su cara.
- Si me hubieras llevado al teatro no habría pasado esto. ¡Y ten cuidado, que me manchas el suelo!
En ese momento, un mozalbete que había encontrado la oreja llamó a la puerta. Romeo, medio mareado por la pérdida de sangre, salió a recuperarla.
Fue tal el estropicio que tenía en el hueco donde estaba la oreja, que Julieta no tuvo otra opción que remendarlo sin posibilidad de colocar el apéndice. Ahora Romeo es conocido como “El hombre sin oreja” o “El hombre zurcido” y ya ha perdido tres pares de gafas. ¡Qué más da! Él nunca supo ver los problemas.

120 - EL FIN DE JULIETA, de Rebeca Bermejo

Un grito ahogado por el pánico de ver tu cuerpo inerte se apodera de mi ser.
¿Cómo respirar si no siento la vida en tu pecho?
¿Cómo seguir andando sin encontrar camino alguno que me pueda reunís contigo?
¿Cómo soportar la terrible agonía de ver un cielo sin que a través de sus nubes ningún rayo de sol ilumine tu pelo entre mis dedos?
¿Cómo reunir la fuerza para gritar al mundo que ya no es mundo si mi corazón se desgarra al perder el roce de tus labios?
¿Cómo callar mi alma clamando por un sólo instante en el que tus ojos me sonrían?
¿Cómo el nuevo amanecer con sus divinos colores puede causarme el mayor de los sufrimientos sin que tu mano sujete la mía?
¿Cómo podría siquiera dudar un fugaz momento que mi destino está unido al tuyo?
No temas mi vida, no habrá lugar donde pueda esconderse la muerte sin atender mi llamada desesperada imponiéndole me guíe donde te llevó.
Dulce acero que termina este sufrimiento. Comienzo a sentir que mi alma me abandona para reunirse contigo mi amor.

119 - AUTOPSIA, de Pablo Escobedo

Sobre la mesa de la morgue yace un cuerpo lívido. Ambos doctores advierten los mismos detalles:
“Palideces cadavéricas de tonalidad rosada en lugar del rojo azulado habitual. Cutis con aspecto de carne de gallina, frecuente en cadáveres sumergidos, al igual que la acentuada retracción de pezones. Maceración cutánea, arrugamiento y blanqueamiento de la piel, especialmente en manos y pies.”
Tales datos confirman el diagnóstico: Muerte por ahogamiento. Pero, incluso a pesar de estas horribles señales, el cuerpo de la joven parece inmaculado, como si se tratara de algo que ni siquiera el grosero abrazo de la muerte pudiera corromper.
Si al menos hubieran profundizado en la autopsia... no para hallar pulmones aumentados de volumen, ni para encontrar agua en el estómago. No para asegurarse en su informe; sino para encontrar, inútilmente guarnecido tras la caja torácica, un corazón roto. Resquebrajado, como si de un órgano de cristal se tratase. Esto provocaría tal dolor al débil cuerpo de Ofelia que, causando un llanto tan inmenso, el ahogamiento se habría producido desde dentro, sin importar que su joven y desgraciado cuerpo hubiese sido descubierto flotando en el río, colgado de un árbol o tendido bajo las ruedas de un carromato.

118 - TANTO COMO DEBO, de Raquel Villanueva

Que la vida era un naufragio siempre sospeche, pero la sospecha se hizo certeza cuando aquella pregunta vino a materializar la mera suposición.
No hay espejo más implacable que cuando nos enfrentamos a la verdad. Pero más allá de todo ello, también están nuestras meras conjeturas, nuestras elucubraciones que nos hacen vagar por áridos desiertos que hace nada, en el tan reciente ayer, eran exuberantes bosques.
No me siento culpable, si acaso salvada, exonerada del peso que supuso aquella interrogación. «¿Cornelia, cuánto me amas?»
¿De veras fue tan ofensiva la respuesta, tan execrable que con ella llego el destierro, el olvido? El olvido, siempre imposible.
Y ya ve, a pesar de todo, o seguramente por todo, yo le seguí queriendo, le sigo queriendo, le amo «tanto como debe/debo, ni más ni menos» De la única forma que puedo amarle, de la única forma que se amarle, mi señor padre, mi señor Rey Lear.
Descanse ya en paz.

117 - MACBÉTH, de Tamara Suárez

Se acerca la hora de cierre en el bar. Tres hombres en la barra apuran sus consumiciones mientras miran de reojo a un cuarto hombre, con pinta de extranjero, que bebe whisky. Suena el teléfono, responde el camarero:
—Sí… tranquila, señora, ahora mismo pregunto… Alguno de vosotros es Mácbeth… ¿Nadie? Su mujer dice que le necesita en casa ya, que hay mucho que matar.
Todos miran al cuarto hombre que ni se inmuta. No tarda en volver a sonar el teléfono y se repite la escena:
—¿Mácbeth? ¿Seguro que no hay nadie aquí que responda a ese nombre?
Cuando el teléfono suena por tercera vez, el hombre misterioso frunce ligeramente el ceño, mientras los otros tres parroquianos ya no fingen, le miran directamente. El camarero, titubeando, se dirige al hombre, teléfono en mano:
—Perdone, ¿es usted Mác…?
—¡¡¡Oh, drunkards!!! Se pronuncia «Macbéth», con acento en la segunda sílaba —estalla el hombre con fuerte acento escocés—. Dígale a la señora «Macbéth», con acento en la segunda sílaba, que el señor «Macbéth», con acento en la segunda sílaba, no mata hoy, que está de vacaciones… ¡¡¡Fuckin’ Spaniards!!!
El camarero cuelga y los cuatro parroquianos vuelven a concentrarse en sus copas.

116 - CROSSOVER, de David Rubio

La ventana del cuarto se abrió con el golpe de viento y los papeles cayeron al suelo, mezclándose.
—Temo tu naturaleza que está demasiado llena de bondad humana, para tomar el camino más corto…
—¿Hablas conmigo? Tal vez te despiste mi cara descubierta de villanía… porque todavía no la ha ejercitado.
—Mmmm… Toma el aspecto de la flor inocente, Barón mío, pero sé la serpiente debajo de ella.
—¿Barón? Yo solo aspiraba a ser teniente, señora mía, y me he quedado en alférez de Su Morenidad… Me presento, porque no nos conocemos, ni creo que deberíamos: Iago, para servirla a vos, a Dios, pero sobre todo a mí mismo.
—Mmmm… No le conozco, ni debería, vos tiene razón. Soy Lady Macbeth, que será reina y salta sesos a niños, si ha jurado hacerlo.
—Esta señora —dice el hombre para sí mismo mientras desenvaina una espada— es demasiado ambiciosa, temo que arruine mi obra…
—Este joven—dice la señora— es demasiado deslenguado, no verá el sol su mañana—. Y refulge el acero del puñal que esconde bajo su vestido.
Cuando el maestro entró en su cuarto, encontró sus legajos revueltos… y ensangrentados.

115 - EL PSICODRAMA DE HAMLET, de Juan Carlos Martínez

En Dinamarca nadie entiende el origen de la locura de Hamlet y los reyes lo envían a un célebre alienista de Londres, para ver si tiene cura. Hamlet llega a la consulta y se echa en el diván mientras el médico toma notas y le pregunta por su mal.
-Converso con el fantasma de mi padre.
-Eso es un delirio. Oye voces, puede ser esquizofrenia. ¿Qué más?
-Siempre huelo a podrido en Dinamarca; todo el mundo anda espiando.
-Paranoico con alucinaciones olfativas -anota. De ánimo ¿cómo estamos?
-Triste, la vida carece de sentido.
-Melancolía – diagnostica. Quizás maniaco-depresivo. Cuénteme, ¿cómo empezó todo?
Hamlet cuenta su drama mientras el alienista se va alarmando cada vez más. No se priva de nada. Necrófilo de cementerios, impotente con su novia, ideaciones suicidas y encima con complejo de Edipo. Cuando ya le confiesa que quiere asesinar a su padrastro, el rey, el alienista palidece y suda, se levanta del asiento y le dice a Hamlet que espere. El caso es más morboso de lo que pensaba y puede terminar en tragedia. Arrebatado por la inspiración, entra en el despacho contiguo, coge la pluma y escribe en un papel: “LA TRAGEDIA DE HAMLET, PRINCIPE DE DINAMARCA”…

114 - HAMLET Y EL PSICOANALISTA, de Javi Caballero

-Doctor, mi vida es un castillo en las nubes. No sé, es como si no perteneciera más que a augurios que yo mismo invento. La realidad es un muro que choca contra lo que soy una y otra vez. Las relaciones, la conciencia de las otras vidas, todo, todo aquello que alimenta el laberinto de mi corazón, ha de pasar primero por el filtro de las señales y de la magia. Soy, de algún modo, consciente de lo irracional de mi proceder, pero para llevarme al acto, para mover ni tan siquiera un dedo, necesito que ocurra algo irrepetible, como que ahora mismo el sol se refleje en ese charco de agua sucia y deslumbre a ese repartidor de bebidas, evitando así el atropello injusto de esa mosca que va despistada haciendo círculos en el aire...
Cosas como estas han de sucederme todos los días, porque si no nada tiene sentido, y si nada tiene sentido me aburro, y si me aburro enseguida me quiero morir, y esto dirá usted que es malo, y yo estoy totalmente de acuerdo con usted, doctor...- -Pero entonces, Hamlet, ¿qué podemos hacer?...-

113 - PUCKIADAS, de Elsa Lafuente

Los telediarios de medio mundo abren con la noticia de un ataque cibernético:
“―La aplicación Love is in the air, el mayor portal de citas online, que basa su éxito en la gran fiabilidad a la hora de obtener la compatibilidad entre usuarios, ha sufrido un gran Puckataque ―comienza diciendo el presentador―. A continuación veremos algunos ejemplos.”
“―Soy un adicto al deporte y obtengo un 95% de compatibilidad con una persona que entiende que ejercicio es estirar el brazo para coger el mando, mientras practica “sofing.””
“―Me apasionan las compras en la gran ciudad y me emparejan con alguien que disfruta del mundo rural.”
“―Yo música tecno. Él apasionado por Luis Miguel.”
Un mes después del incidente, los telediarios empezaban su emisión de la siguiente manera:
“―Tras el revuelo inicial, los dueños de Love is in the air han confirmado, que las denominadas Puckiadas, lejos de hacerles perder dinero, les han proporcionado un gran aumento de clientes, debido a los sorprendentes buenos resultados obtenidos con las nuevas parejas creadas, a pesar de la incredulidad inicial. Por ello piden al autor/ autora del Puckataque, que les ceda los derechos del virus, previo pago de una generosa cantidad.”

112 - SÍ, QUIERO, de Ignacio J. Borraz

Ya te había avisado tu madre, de bien chiquito, que no tocaras si no sabías. Pero tú aun sabiéndote no muy despierto habías escuchado a aquellos que te empujaban a la alfombra roja del poder. Al final te rebelaste, creyéndote Romeo tú, un presidente del Gobierno hecho y derecho y creyéndole a él, ese guapo diputado catalán independentista, esa Julieta que se desvivía por ti. Ya te había avisado tu madre, ya. Ese amor que creías tan fuerte, el amor oculto y de extremos que se tocan, había resultado una farsa. No toques si no sabes. España no estaba preparada para que se revelase que su máximo dirigente no era un macho heterosexual de pelo en pecho. Tampoco lo estaba ella, ni tú, para descubrir que ese papel firmado, ese “Sí, quiero” rotundo, no era el papel de enlace matrimonial sino una declaración de adhesión a la independencia de Cataluña. “El presidente se posiciona con los separatistas” reza el periódico que alguien ha deslizado bajo la puerta de tu supuesta suite nupcial. Tu Julieta se ha ido dejándote una nota “Gracias por todo, vuelvo con Jordi”. Ya te había avisado tu madre, ya.

111 - TRAGEDIA DE UNA NOCHE DE VERANO, de Ignacio J. Borraz

—Reina Gertrudis, estáis esplendorosa —suena una voz melodiosa que se cuela por la ventana.
—¿Oberón? ¿Sois vos? No os quedéis entre los pliegues de la noche. Entrad. Oberón entra realizando una leve reverencia.
—¿Qué os trae por aquí? Nuestras historias nunca se han cruzado.
—Se está preparando una fiesta sorpresa a nuestro padre en el Globe.
—¿Y ya creéis vos que nosotros, personajes de tragedia, somos invitados adecuados?
—A pesar de las disputas y muertes desafortunadas que pueblan estas páginas aspiro a una tregua.
—Eso os honra pero si queréis mi consejo, no seáis descuidado. Prohibid la entrada de armas.
—Habláis sabiamente, reina Gertrudis, y así se hará si vuestra respuesta es favorable. ¿Qué me decís? —pregunta Oberón mientras le besa la mano.
—Oberón, viejo embaucador. Acepto la invitación.
—No puedo demorarme a contemplar vuestra belleza, me quedan todavía obras por recorrer.
—Que los vientos os sean favorables.
Oberón desaparece y la reina Gertrudis se gira hacia su tocador mientras repiquetea con el dedo índice en su barbilla.
—¿Qué veneno escoger para este insigne encuentro? —susurra—. Tantos siglos con este hedor en la garganta han mantenido viva esta tardía pero esperada venganza.

110 - DERRAMO MI CORDURA, de Eva Mateos

Me dejo sentir en decepción... Desear y pensar con frustración... Con la melodía de mi cabeza subiendo el volumen para desconectar... Para olvidar Amar... Para desaparecer: para no odiar. Para que mi propia discordia debore mis adentros y florezcan pétalos de mis entrañas entre el agua... Para que el viento entre oleaje de aguas mansas haga de mi cuerpo la barcaza que Caronte para si ya quisiera. La que ayudara a pasar las Almas, para olvidar así que la mía me mata... que de sentimientos amenaza y a la cordura descarta por incapacidad de permanecer extasiada... Que sean flores y ramas, con el agua, las que el odio y el amor maltratan. Que no sea en vano la existencia. Que ayude a fortalezas de terceros y a nostalgias de ajenos. Que de mi derrota mil victorias griten ociosas: para quien con Amor elige venganzas, que por dentro desgastan y corduras matan.

109 - EL JURAMENTO DE YAGO, de Luis Miguel Martínez

Me llamo Yago y aunque sé que mi honor quedará manchado para siempre sin remisión, quisiera a través de estas escuetas líneas demostrar lo excesivo de tal castigo. No se trata de justificar mis acciones, tan sólo de aclarar ciertos detalles referidos a los sucesos que devinieron en la conocida tragedia. Sí, admito mi culpa, pues si yo no hubiese prendido la llama de los celos en el corazón de Otelo nada de aquello hubiese ocurrido. Por eso soy culpable y sin duda merezco un castigo, no sé cuál, pero en absoluto el de vagar por la eternidad con el lastre de la iniquidad que se me atribuye. No negaré que odiaba a Casio, la envidia me cegó y aún sigo creyendo que era yo quien merecía el cargo de lugarteniente antes que él, tampoco diré que no intenté desprestigiarlo con todas mis fuerzas ante Otelo, a quien mucho aborrecí; sólo quiero afirmar con rotundidad, ahora que el tiempo con su mágico bálsamo ha aligerado en parte la carga de mi zozobra, que yo no maté a Rodrigo, quede esto claro, y también, que Desdémona y Casio no fueron inocentes. Sé que se amaban. Lo juro.

108 - Banquete real, lujos que matan y una brutal explosión en la hamburguesería, careciendo este último suceso de conexión alguna con la trama principal, y siendo por otra parte irrelevante, ya que para entonces el Rey estará lejos del establecimiento; por su sangre-eso sí-circulando la ponzoña que le matará horas más tarde, de Raúl Luna

-Quisiera un menú McBeth grande con Coca-Cola para beber, grande- Dijo el Rey Duncan I de Escocia.
-¿Decidme majestad, Patatas normales o Deluxe?

 (Si, tal y como es de esperar de un rey, éste elige las patatas Deluxe, morirá envenenado. Si por el contrario escoge las patatas normales, las encontrará secas y demasiado saladas para su gusto).

107 - SER O NO SER, de Elena Mateos

Hamlet, el secreto de tus manos tomando mi piel despacio, esparcidos en ti mis cabellos de fuego… Me hiciste perder la razón, Hamlet, pero me diste otra.
Hamlet, hijo de rey del mismo nombre, tú vengas a tu padre muerto y por error en tu vendeta mataste al mío. Yo no quiero más sangre que la que me hiciste esa noche. Tu hijo no tendrá padre, ni abuelo. Su madre no será más inocente, pero sabia y fuerte en su infortunio, resuelta a cambiar el rumbo, a ir contra corriente en lugar de volver a ahogarme en ella, a callar las bocas y forjar un nuevo árbol genealógico desde las raíces, semilla nueva, y agua también, que crece hoy en mi vientre. Llamadme loca si queréis. La ninfa vestida de blanco con sangre en el refajo. “Palabras, palabras”.
“Yo soy Ofelia, la que el río no retuvo”. Yo soy la decisión desgarradora. La mujer con alma de niña y fuerza de madre. “Ser o no ser, esa es la cuestión”. Soy y serás. Seremos los dos, hijo, esa es la respuesta. Yo soy Ofelia , la que el río no retuvo, y nadie más lo hará.

106 - A BUEN FIN NO HAY MAL PRINCIPIO, de Javier Palanca

Mientras siga leyendo sus obras, sabe que no podrá escribir ¿Cómo hacerlo sin sentirse mediocre? Pero mientras las posea será incapaz de no sumergirse en ellas una vez tras otra.
En un alarde de fuerza, como entre lamentos de una amante, los deshoja como margaritas y amontona todas las páginas con la intención de prenderles fuego; pero no pudiendo evitar un último vistazo, lee frases entremezcladas que le dan una idea que le parece soberbia: Creará una historia con breves lecturas al azar.
Sentado en el escritorio, va cogiendo una hoja tras otra mezclando personajes y hechos dispares. Así, por ejemplo: Hamlet se interpone entre Teobaldo y Mercucio, que se despide con un “morir es dormir”; Otelo, ante burdas insinuaciones de Falstaff, acude a Puck para que Ofelia olvide a Desdémona en un “ser o no ser”, y Romeo asesina a Duncan y reina con lady Macbeth durante un cuento de invierno.
Tras escribir unas doscientas páginas, da por concluida su hazaña y, entendiendo de su destino, las pone sobre la pira y arroja sobre ella una vela encendida. Las llamas, al ascender, agrandan su puro corazón y lo engullen en los sueños de una noche de verano.

105 - LA FAMILIA, de Ignacio Calle

Mi familia es como una obra de Shakespeare. Mis padres, una Julieta histérica y un Romeo adocenado con un pasado tormentoso, vivieron salpicados por los dimes y diretes de sus clanes. Crecer en una Verona rural andaluza es lo que tiene. Uno de mis tíos, un guasón con sobrepeso idéntico a Falstaff, es gracioso y charlatán, víctima de las chanzas de las mujeres. Su hermano gemelo, el tío Shylock, como le llamamos jocosamente, es tacaño, avaro y dueño de una gran empresa. Son tan distintos como Antífolo de Éfeso y Dromio de Siracusa. Sus mujeres, una avispada y lenguaraz Beatriz, esposa del huraño, choca en carácter con Hero, delicada y necia, que soporta estoicamente las baladronadas del orondo de su marido. Luego está mi prima con su pareja. Sale con un esbelto galán de tez oscura, un Otelo con alopecia y aires de grandeza. Mi primo pequeño, que dinamita cualquier conversación con ruidos y onomatopeyas, danza infinitamente como Puck entre las sillas. Y por último estoy yo, un taciturno y poético Hamlet, un inconformista moderado, un quimerista buscando a su Ofelia.
Cada uno es diferente, peculiar y único, pero es necesario quererlos, pues son mi familia.

104 - MI HÉROE DE NOVELA, de Ignacio Calle

Entré en la habitación. Tendido en el lecho estaba mi Oberón adormecido por las hadas del tiempo. Se incorporó súbitamente, y levantando un brazo, señaló a la pared diciendo delirante: “Padre, ¿Eres tú?” Parecía como si un espectro blanco pasara ante sus ojos. Volvió a ensoñarse y cogí su mano susurrando: “Tranquilo mi Hamlet…” Entoné el willow, willow, willow…para sosegarle, y mientras mi voz se ahogaba, constreñida por las manos oscuras de su cercana muerte, evoqué tiempos pretéritos. Aquel que ahora yacía diezmado, había sido un fanfarrón, un orondo y simpático Falstaff; seductor como Valentín y delicado a la vez, como Romeo. Recuerdo sus risas de taberna, contando cómo me había conquistado, a mí, a la Porcia más difícil, recitando poemas tras los matorrales del jardín cercano, emulando al rey Enrique. Un Puck con galanterías de Claudio que había amado y desdeñado las riquezas materiales que el mismísimo avaro Shylock, hubiera denunciado sin compasión. Nunca fue hombre de rencores ni celos, declarándose un antagonista de la tiranía de Macbeth; un alma limpia y única, noble, un Adrián de Armado salpicado de leyenda. “Duerme para siempre mi príncipe de Verona”.

lunes, 30 de enero de 2017

103 - ATENTE AL PROSPECTO, de Pablo Riveras

Aquel día Ofelia se levantó muy contenta. Se acercó al tocador y cogió el frasco de líquido rosa. Se bebió unos sorbos mientras buscaba ropa vaporosa en el armario y se fue para el río. Mientras se estaba sumergiendo pensaba en lo poco valorada que estaba Julieta y que su tontería era debido a su dislexia. Sonriendo pensaba en el genial plan de fingir ambas su propia muerte.
 Lástima que aquel judío de Venecia no fuera más que un timador y que su negocio de drogas fuera un fraude.

102 - MACBETH IN DREAM, de Francisco Javier Fernández

No sé qué diablos hacía yo en el castillo del rey Duncan, ni tampoco por qué aquellas tres brujas vociferaban extramuros esta profecía:
 “Aquel que naciera el día en que murió Shakespeare, pero cuatrocientos años después, morirá justo a la misma edad que él tenía al morir”
Al caer la noche entré en un aposento y me quedé dormido. De pronto, tres aldabonazos golpearon mi pecho. Un sudor frío me invadió al recordar que Shakespeare había fallecido en 1616, cincuenta y dos años después de su nacimiento.
—Mañana, 3 de mayo, cumplo esos años —me dije— ¡Maldita profecía!
Me dirigí raudo al parking de armas, tenía que salir de esta farsa onírica y regresar lo antes posible a mi mundo para no quedar atrapado en la intemporalidad. Subí a una motocicleta y enfilé velozmente el bosque de la Gran Vía. Cuando llevaba unos doscientos años recorridos, vi acercarse a Lady Macbeth con aire extraviado. Llevaba un pañuelo rojo anudado al cuello y sostenía una carpeta llena de partituras. Se abalanzó sobre la mí y, abrazándome cariñosamente, me susurró al oído que no hacía falta seguir huyendo, que todo había sido un sueño… el sueño shakesperiano de una noche de primavera.

101 - JULIETA DEBE MORIR, de Juan Carlos Martínez

Romeo se despierta al fin, todavía un poco intoxicado. Cuando su padre le comunica que ha pasado veinte años durmiendo profundamente, sólo se acuerda de Julieta. ¿Se habrá quitado la vida por amor? “¡¿Dónde está Julieta?!” ¿Será esa joven que está a su cabecera? Pero la madre le confiesa la verdad: Julieta se olvidó de Romeo y se casó con su pretendiente Paris y esa joven es la hija que tuvo con Rosalía. Capuletos y Montescos son ahora familias amigas y dentro de un mes se celebrará la boda de su hija con el hijo de Julieta. Romeo llora: el mundo se ha trastornado. ¿Será una pesadilla? Quiere volver a dormirse eternamente. Julieta, esa perra infiel. Su nombre le da nauseas, su recuerdo le envenena, su retrato le es odioso y lo destroza. Julieta debe morir.
Al mes se celebra la boda. Romeo, ya restablecido, finge su papel de padre feliz en el banquete, se sienta con Julieta y la vuelve a enamorar. “A media noche en el balcón, amor mío”, le susurra con odio Romeo mientras le vierte un veneno en la copa. Romeo sonríe: el mundo ha vuelto a su sitio. Montescos y Capuletos vuelven a ser enemigos.

100 - SOÑAR, de Óscar Montes

Soñar o no soñar, querida Ofelia. Sobre todo soñar con los ojos abiertos. Lo contrario es dormitar en la nada; es morir en un vivir sin mares ni estrellas. Pues sólo el que sueña despierto puede sortear los quebrantos y demás sepulturas que la vida va plantando en su camino, mientras que los que permanecen con los ojos cerrados, no saben vivir sin tanto hoyo y duermen en vilo, sepultados bajo el temor a misma vida; huestes de cadáveres precoces aún inmaduros que anhelan el silencio inagotable que a todos nos espera. La prudencia ahuyenta nuestro profundo temor, farfullan entonces, con una voz que, siendo la de todos, no es por lo tanto la de nadie. En realidad, ni siquiera farfullan; son farfullados; comparten un miedo enorme, institucionalizado, que habla en nombre de todos y termina por ocupar cada uno de los espacios. Están sin llegar estar, porque para estar, hermosa Ofelia, hay que abrir nuestras puertas y soñar. Espero, graciosa niña, que tus oraciones estén a la altura de mis sueños. Ahora cerremos los ojos y descansemos.

99 - EL REGRESO DE PRÓSPERO, de Arturo Mora

Milán ya no es lo que era. Sus ciudadanos vagan absortos, encerrando la vista en la pantalla del maldito teléfono móvil. Viven en las dichosas redes sociales, y ya nadie va al teatro, ni a los espectáculos de magia. Han instaurado la democracia pero, gracias a una ingeniosa campaña de marketing dirigida por mi querido Ariel (que ahora cobra por sus servicios, y de qué manera), me han votado en masa y sigo siendo el Duque. Parte del mérito, seamos justos, es de mi antiguo sirviente Gonzalo, ya que el partido idealista que fundó ha dividido considerablemente el voto de mis oponentes. Miranda ya se divorció de Fernando, pero mi ducado no corre peligro: las nuevas leyes permiten que mi hija lo herede. Aun así la muy desagradecida me deja al cuidado de mi nieta mientras estudia su Máster en Administración de Ducados. Cómo envidio a Caliban, sin electores, sin familia, sin preocupaciones; con la isla para él solo. ¡Y en qué hora me deshice de mis libros!

domingo, 29 de enero de 2017

98 - EL CANDIDATO, de Ángel Gutiérrez

Somos amigos desde las juventudes del partido, él estudio Derecho y trabajo en un renombrado bufete jurídico, pronto se convirtió en un destacado miembro del grupo político.
Nunca, nunca soporte sus éxitos, me moría de envidia convertido en un periodista mediocre, invisible dentro del partido.
Nuestra amistad perduraba por encima de todo, yo era su gran amigo su confidente. Hace seis meses cuando Otelo fue elegido candidato a la presidencia del partido, me propuso ser su jefe de prensa, acepte sin dudarlo y comencé a trabajar duro. Siempre he usado mi letal influencia para hacerle tomar decisiones perjudiciales para su carrera y guardar pruebas de todo tipo, a veces falsas, que ahora he filtrado a diferentes medios como pequeñas dosis de veneno.
Hoy mi tenacidad ha dado su fruto, esta mañana le llamaron de la ejecutiva para pedirle que dimita porque el escándalo será mañana noticia de primera plana.
Me ha llamado, soy su amigo fiel, no sé qué hacer Yago me preguntaba desencajado, dimite será lo mejor, le he contestado mientras me sentía malvadamente radiante, había actuado como un feroz perro de Esparta más cruel que la angustia, el hambre o la mar.

97 - LA HISTORIA SE REPITE, de Gloria Arcos

La bella Lola no esperaba que su amor acabara como el de una tragedia shakespereana. Amaba a Paco, aunque él no perteneciera a la raza caló. Se habían conocido en el instituto. Él se había quedado prendado de su intensa mirada, de la gracia y el garbo que desprendía cuando se movía. Y ella, aunque estaba avisada por su familia de que no debía relacionarse con alguien que no fuera gitano, no pudo abstraerse a su encanto, y cayó perdidamente enamorada. Arrastrados por una pasión desenfrenada, aunque intentaron ser discretos, finalmente la joven quedó embarazada. Los viejos de la familia decidieron cortar por lo sano, y ordenaron a los jóvenes que lo mataran. Y cuando Lola se enteró de su muerte decidió tirarse desde el puente al río, el lugar donde habían encontrado el cuerpo de su amada. Una vez más la historia de los amores imposibles, como la de Romeo y Julieta, se repetía.

96 - MIÉRCOLES DE CENIZA, de Juancho Plaza

El viejo Shylock saca del arca del hielo una de las porciones de carne, de una libra exacta, que conserva desde hace algún tiempo. Se encamina hacia la cocina para llamar a su maritornes, que acude rauda a su mandato.
—Prepárame esta pieza para la hora de comer. Lo suficientemente hecha para que no sangre, pero tan cruda que no deje de estar jugosa.
—Sí amo, igual que siempre. Cómo le gusta repetirlo todo…
—Y déjala descongelar al sol, que esté bien atemperada cuando llegue la hora de enfrentarla al fuego. —Menuda novedad…
Poco después sale a conducir las empresas que comparte con su nuevo socio Antonio, ahora en ultramar. Pero primero, como cada mañana desde que abrazó la fe cristiana, se desvía hasta la iglesia de San Giacomo. Antes de que el sol sobrepase el puente de Rialto atraviesa el pórtico y se sume en la oración. Hoy, porque empieza la Cuaresma, va a la sacristía para satisfacer la bula y pedir la confesión. El vicario premia la dadivosidad del converso y tras el «sin pecado concebida», duda, ante la verdadera naturaleza del «viaje» de Antonio, entre sustentar su sacerdocio o llamar a la justicia.

95 - CÓDIGO PUCK, de Miguel Angel Beltrán de Heredia

Pócimas, ungüentos maravillosos, bebedizos varios con los que obrar magias y hechizos…no tienen para Puck secretos. Travieso, urdo enredos con ellos. No escatimo en medios con el fin de burlaros o liaros. Verter puedo sobre vuestros párpados dormidos unas gotas que, al despertaros, de un asno os haga caer enamorados. “A mí no”, “a mí no”, decís confiados. Pues sabed que si en algo estoy especializado es, precisamente, en filtros de amor. Y si pensáis en frascos conteniendo algún elixir portentoso, no os engaño si anuncio que estáis bien equivocados.
Los filtros de los que ahora os hablo no se beben, pero se ven. Para vuestros teléfonos móviles los preparo, de tal suerte que, al haceros una foto, ganas os entren de retocaros. La imagen así trucada difundís con la esperanza de que los demás os vean bellos, y con ello, quizá, excitar el deseo de alguna mirada amartelada. ¿No es este, acaso, el efecto esperado en remedios de amores embrujados?
 No culpéis a la vanidad de tales actos. Sabed que, como ser feérico que soy, a capricho me divierto a vuestra costa, y tan presente estoy en vuestras vidas que, detrás de cada código PIN, siempre hay un “PUCK”.

94 - AMOR Y PASIÓN, de Juan Fran Núñez

Los cuerpos desnudos y sudorosos se dejan llevar por la pasión y la lascivia. Sobre la enorme cama se mueven a ritmo acompasado mientras se besan con ansia irrefrenable. El calor y la humedad inundan cada milímetro de sus pieles, de sus curvas, de sus rincones íntimos, fuentes de las que mana el mayor de los placeres. Los gemidos se mezclan con los susurros que piden u ordenan el lugar y la forma para dar y recibir más goce. Es momento, únicamente, de deleite y de saciar el hambre y la sed de amor, dejando a un lado las habladurías malintencionadas y las contrariedades que su atracción irreprimible suscita entre sus familiares y allegados. Es deber del varón complacer los caprichos femeninos que le son solicitados, por muy rebuscados o sorprendentes que parezcan, y así lo aceptan Romeo y Otelo, intercambian a sus amadas, Julieta y Desdémona, ya que ahora este es el antojo de ambas damas, cambiar de hombre que las domine y las posea, y las fantasías de sus amadas son órdenes para ellos, que gustosamente acatan al momento en la primera orgía que están disfrutando los cuatro en Verona. La próxima será en unos días en Venecia.

93 - HAMSTER, de Eva González

¡Oh, señor! ¿Qué he hecho yo para merecer esto? Ser vilipendiado, apaleado públicamente, tratado como un ser despreciable pestilente y nauseabundo. ¿No se dan acaso cuenta los que se consideran humanos que todo ser es obra de la perfecta naturaleza? Yo, que los idolatro, que los venero como si fueran Dioses, que vivo de sus migajas y de sus sobras, que no pido nada a cambio. No cómo una parte de ellos, que no se conforman con nada, que roban, saquean, mienten y pierden las formas. ¿Y todo para qué? No les he visto más felices, ni más dichosos, ni siquiera alcanzar la gloria a aquellos que así obran ¡Ah! Pero no son los únicos que no se conforman con las sobras, porque los otros, aquellos que no tienen a quien mentir, ni a quien robar, estarían encantados de hacer lo propio. ¿Y con qué fin? Ansían la celulosa; un papel de colores que no se puede comer, ni siquiera oler, pero que en grandes cantidades indigesta. ¡He visto a muchos locos!, con los ojos vidriosos inyectados en sangre. Zombis insomnes en pos de una plusvalía o una buena venta. Ser o no ser rata. De eso se trata.

92 - NOTA DE PRENSA, de Paz Monserrat

Al entierro de Cervantes, en el convento de las trinitarias descalzas de Madrid, acudió el flamante fantasma de William Shakespeare, fallecido la semana anterior y todavía indeciso entre el aquí y el más allá. No lo pudo recibir Don Miguel, que tan solemne y austero lucía con el sayal franciscano, pero sí le hizo todos los honores su representante inmortal, Don Alonso Quijano.

sábado, 28 de enero de 2017

91 - NANA MOJADA, de Marta Adán

-Will, William... Despierta! Has vuelto a mojar la cama.
-Por todos los dioses Ofelia, vos otra vez! Os lo ruego,dejadme dormir y descansar.
-Lo siento querido, haberlo pensado antes. ¿Porqué no me diste una muerte seca y caliente? Un montón de tierra debajo del árbol hubiera bastado.
-Porque allí donde el agua alcanza su mayor profundidad, se mantiene más en calma, por eso elegí un arroyo tranquilo para acoger vuestra alma.
-A la mierda la calma del agua. ¿Pensaste en lo fría que está? Y no me vengas con que los muertos no sienten frío. Tú mejor que nadie deberías saber que los personajes vivimos para siempre. Tú me hiciste inmortal. Cada vez que uno de tus lectores me piensa, floto en tu maldita metáfora líquida, y el frío me está jodiendo los huesos.
-Mas yo eso, ya no lo puedo cambiar. Lo escrito, escrito está. Debemos hallar el modo para que ambos estemos en paz. Necesito dormir seco, Ofelia. Os lo ruego, tened piedad!
-La piedad y el frío eterno son incompatibles, genio. Cuando la muerte te sorprenda durmiendo y flotes para siempre sobre tus orines, entonces y solo entonces, tú y yo estaremos en paz.

90 - LA ISLA, de Laura López

Calibán y Ariel se hicieron con el timón, ocultando su destino. Lady Mackbeck miraba inquisitoriamente a su esposo, persistiendo en no perdonar su cobardía; Romeo y Julieta se entrelazaban las manos, pero en sus miradas había tristeza por su fatal desenlace; Ofelia lloraba desconsoladamente junto a Hamlet y Otelo contenía su rabia e ira del desprecio que le hacía Desdémona su esposa adultera.
Desconocían su rumbo, era incierto, pero, más les desconcertaba el hecho de ser inmortales; su creador se evaporó y se llevó sus vidas; con lo que no contaban ellos es que sus historias constantemente se reproducían, siendo incapaces de no poder variar su existencia, ni tener la oportunidad de retroceder en el tiempo para evitar los pensamientos enloquecidos que hicieron que sus vidas fueran un verdadero tormento.
La desesperación poco a poco iba emponzoñando el entorno de ese barco. Pero... mientras tanto Prospero y su hija Miranda, aguardaban en la isla esperando a que el terrible monstruo de Calibán, cayera en sus redes y con los poderes mágicos que Prospero poseía sometería a Calibán a todos sus deseos...

89 - EL MAESTRO DE CEREMONIAS, de Gema Blanch

Tomo nota de los deseos de los novios, encargo las flores, superviso el menú, atiendo a los invitados. Me hago cargo de los preparativos de este evento que debiera ser un gran enlace. Soy Filóstrato, el organizador de los fastos. Trabajo ingrato el mío. Esta noche los invitados deambulan hechizados como si duendes y hadas conspiraran en mi contra, haciendo que cambien de opinión y de pareja como quien cambia de zapatos. No hago otra cosa que resolver inquietudes. Es verano y en palacio ventanas y balcones se abren a fresco del atardecer y al color de los pensamientos, tiempo que aprovechan los habitantes del bosque para divertirse con los mortales. Si nadie lo remedia, este embrollo de persecuciones y equívocos, durará hasta que salga el sol y los espíritus se cansen de jugar. Me temo que no llegaré al amanecer conservando el trabajo y la cordura.

viernes, 27 de enero de 2017

88 - NATURAL POR ORIGEN, de Marcos Pelosso

— ¿Y es posible hacer el humano perfecto, sin fallos en su conciencia, natural por origen, sin máscaras ni falsos reflejos?— Preguntó la joven bruja a la negrura en la esquina superior de su cuarto, a la voz que dentro de su mente resonaba.
— Claro que sí, Sycorax.
— ¡Oh, qué gratísima alegría! ¡Qué divino ángel sería ese, que me salvara de esta casa de falsos! ¡Argel: hogar de cerdos engreídos cuya esencia desconocen y se creen superiores a todo por ello! ¡Te he hablado por ello! ¡Sabes lo que siento!
—Así es, muchacha. He visto cómo te tratan; no hablas mentiras. Entrégate a mí, y de nuestro amor ese salvador será tu hijo, orgulloso fruto de tus deseos, y liberaráte de tus penosas cadenas.
— ¿Será posible eso? ¿Crees que mi humilde vientre albergaría a ese semidiós, luz que brilla en las luces, liberador de los prejuicios, de los abusos, de mis males y los del mundo?
— Será lo que quisiste, Sycorax — Respondió la voz monótonamente. La mujer, inconsciente, no lo pensó dos veces.
— ¡Tómame entonces espíritu! ¡Tómame y llévame a la liberación!
La sombra nocturna se expandió y cubrió la habitación en pleno día.

87 - EL MAL EN LA LENGUA DEL MAL, de Marcos Pelosso


“Cálmate chiquilla, en lo que te vaya a beneficiar, no te hagas mucho de rogar” dijo Calibán babeando las ropas de Miranda, apretando de los brazos fuertemente contra sí, obcecado por la lujuria. Las palabras de Própsero serían el aceite que lubricaría sus intenciones. “No te esfuerces más niña, recuerda que el dolor solo trae más dolor y el placer solo trae más placer” rió sardónicamente. “No hay nada malo en lo que no nos dañe el alma y no dañaré tu alma, verás” siguió y pasó su lengua por el cuello de la muchacha. 
Prosperó, indignado, oyó el mal en la lengua del mal en persona y corrió a por Miranda, maldiciéndose por empecinarse por “enderezar el tronco viejo torcido”.

86 - DEUDAS HISTÓRICAS, de Gelines del Blanco

Amado William: ¡Aún se estremece mí cuerpo reviviendo nuestro último encuentro! Mi esposo, Petruchio, ha partido a visitar sus posesiones en Verona. Qué feliz y confiado galopa tras mis candorosas despedidas. Qué gran ingenio el vuestro, festejando su hombría públicamente, permitiéndole alardear ante todo Padua de amansar mi carácter y domar mi voluntad. Qué bien tejisteis este velo de fingida mansedumbre que oculta nuestros encuentros amorosos. Desempeño el papel de sumisa esposa que vos escribisteis para mí, me dejo agasajar por él, mientras me entrego a vos. Además de gran amante sois gran conocedor del género humano, viendo lo sencillo que os resultó cegarle de vanidad. Preparad pluma y pergamino, amado Shakespeare porque esta noche cuando hayamos agotado nuestra pasión, debéis responder varias misivas. Julieta, Desdémona, Crésida, todas ellas han escrito, según lo convenido, detallando sin recato sus apasionados encuentros con sus jóvenes amantes. Os agradecen vuestra protección, ocultándolas en papeles secundarios de dóciles doncellas. Vuestras recatadas protagonistas os revelan confidencias para futuros versos que sospecho que el pudor os impedirá reproducir. Os prometo que esta noche, os proporcionaré las más ardientes líneas que vuestra pluma haya trazado. Los amantes os leerán durante siglos.
Catalina. (Vuestra fierecilla indomable)

85 - UNA PIZZA BARBACOA, de Pilar Tuero

Madre mía, ¡Qué hombre! Ni a la peluquería me deja ir, que ya parezco la pelos, con esta melena a tres colores y la permanente desvaída.
─ Para mi estás muy guapa mujer. ¿O es que te preocupa lo que piensen los demás hombres?─ me decía el Moro como lo llamaban mis hermanas a mis espaldas porque decían que era el hombre más celoso del planeta.
 ─ Pero que no, mi amooooool le decía yo con mi tono cubano que tanto le gustaba, yo sólo quiero estar guapa para ti, papitooo.
Al principio me gustaba que fuera así pero ya estaba empezando a cansarme de tanta inseguridad y tanto espionaje, parecía un agente secreto, caramba.
 La tragedia se desató el día que pedí una pizza barbacoa para cenar. Había ido a la peluquería y me habían dejado muy mona la media melena con mechas. Cuando abrió la puerta salía el pizzero, que se había entretenido un segundo con una llamada de móvil. Yo estaba bien maquillada y él era un guaperas de gimnasio de pelo rubio nórdico. El cuchillo de trinchar el pavo le atravesó la yugular.

84 - LAS CHICAS DE SHAKESPEARE, de Covadonga Saras

Se llama Jessica
No me gusta
¿Por qué?
¿Qué nombre moderno es ese?
¿Moderno?
¡Si lo inventó Shakespeare!
Inventó 1700 palabras, o eso dicen, y algunos nombres de mujer.
Pues no me gusta… ¿y si le ponemos Olivia?
Olivia también es un nombre inventado por Shakespeare.
Todos tenemos aciertos y desaciertos, no le juzgo. Pobre, una vida entera deletreando su apellido, eso es durísimo, pasaría muchos días cabreado…Vamos a acabar con esto ¿le hacemos un favor?
¿Un favor? ¿Cambiarle el nombre? No sé si Shakespeare tiene entre esas 1700 palabras alguna que sirva para definir esta… ¿broma?
Le pondremos Olivia, algún día le hablaremos de Shakespeare, de los nombres de mujer que inventó, aunque fueran a representarlos hombres. Seguro que nos lo agradecerá.
Esta será una de sus obras en las que mueren muchos personajes, muchos.
B256, nuestro turno, definitivamente la inscribiremos como Olivia.

83 - DESTINO, de Lucas Romano

"Donde hay niños no hay penas", dice lady Lenox. Lady Macbeth asiente, sonríe, mira a los niños. Le gustan estas reuniones con sus amigas en Inverness, mientras los hombres cazan o hablan de sus cosas. Su hijo William es nombrado caballero por el hijo de la duquesa de Cathness, un niño delgado de pelo color zanahoria. Hay una brisa agradable en el jardín del castillo, en el aire se aprecia el tenue aroma de los rosales. La viuda Menteth le da un codazo y señala al joven mozo de cuadra que pasa frente a ellas con un caballo recién cepillado. Se oyen murmullos, risas apagadas. Lady Macbeth ríe, deja su labor, está feliz. Piensa en su marido, el nuevo señor de Glamis y Cawdor. Ahora pueden afrontar el futuro con tranquilidad, sirviendo a Dios y al rey nuestro señor. Una vejez tranquila cuidando de su marido y sus hijos, ¿acaso hay mayor felicidad para una mujer?.
Despertad! Despertad! Lady Macbeth siente la mano de su esposo sacudiéndola con firmeza por el hombro. En su voz hay un atisbo de inquietud. "Llegaron mensajeros, el rey viene esta noche". Lady Macbeth abre los ojos, se incorpora, mira a su marido. "Lo haremos, no verá más la luz del día", dice.

82 - UN BUEN FINAL PARA FALSTAFF, de Alberto Palacios

Ahí llega, tambaleándose como un tonel con patas, borracho y gordo, con la barba desmadejada, el pelo largo y sucio y el brillo de una vida larga y bien aprovechada en sus ojillos de bebedor.
Ha sido amigo de príncipes y un mal recuerdo de reyes, consejero y bufón, amante de las carnes blancas y los licores rojos, bromista, ingenioso, cobarde cuando había que serlo… mejor decir aquí corrió que aquí murió.
Pero miradlo ahora cómo viene, es ya tan viejo, tan gordo, que ni el mismísimo Shakespeare sabría darle un buen papel. Dicen que el bardo busca una manera de quitárselo de encima, de sacarlo de sus obras de una vez por todas, pero que no sabe cómo. Si al menos viviera en Castilla sería fácil juntarlo con aquel loco de los molinos y olvidarlo en alguna venta, pero aquí entre la lluvia del mar del norte y las hadas no se le ocurre como darle un buen final.
Falstaff ya está llegando, disimulad, huele a vino, sonríe y se le ve la boca desdentada, ¡quien pudiera decir que ha sido consejero del rey! quizás si el monarca le traicionara, si olvidara su nombre, si le invitara a desaparecer…

jueves, 26 de enero de 2017

81 - HAM LET YORICKEANDO, de Marta González

La escena transcurre, en el… ¿En el…? Sí, claro, en el…no podría ser en otro sitio… ¿Dónde iba a empezar sino esta historia, la historia más increíble, jamás contada…? Bueno, creo que esa historia ya la han contado…
Todo comenzó una noche…una noche muy especial, en la que por primera vez Ham, el conocido Ham, el gran Ham Let…abatido, cabizbajo, lloriqueaba… más bien, yorickeaba… porque cuando las lágrimas rodaban por sus mejillas, se colaban directamente… sobre Yorick…más bien sobre lo que quedaba de él…
Yorick fue un filósofo para unos… un vividor para otros… lo que se conoce por “un calavera”… Yorick “El calavera” le llamaban… pero es que ahora sí que lo es…y ¿Filósofo? ¡Quizás! ¿Quién sabe?
Aquella noche especial, la noche en que Ham Let, yorickeaba así…empezó todo:
Ser o no ser, querido Yorick esa es la cuestión,
¿Qué debo de, hacer amigo mío, para hallar la solución?
¿Cómo podré salir de este lío
De este rollo, de tamaño embrollo?
Ser o no ser, querido Yorick, parece fácil
Mas no lo es
Si soy… felices unos…
Mas… ¿y los otros…?
Pero si no soy, querido Yorick,
Si no soy…qué hago hoy…adónde voy…
Quizás… dormir…tal vez morir…
Siempre… soñar…

80 - HASTA QUE ARDAN LOS POLOS, de Pilar Tuero

Maldito egoísta; con el frío que hace y cada vez que enciendo la calefacción va por detrás y la apaga. Y mira que sabe que soy friolera, agarrado del demonio, que manía con querer ser el más rico del cementerio. Aunque pensándolo bien con todo lo que ahorramos, si algo pasara, ese dinero sería mío y pondría la calefacción hasta que se derrieta el hielo de los polos.
Portia se dirigió a la sección de coches del centro comercial y compró un frasco de anti coagulante, nada extraño siendo invierno y con unas temperaturas tan bajas. Sólo había una pequeña pega; habían vendido el coche hacía seis meses porque había subido la gasolina.
Se sorprendió pensando en Antonio y la manera tan especial que tenía de mirarla.
Seguro que él si mantendría el hogar a la temperatura apropiada.

79 - CORDELIA, de Gema Blanch

Me llamo Alfred y hoy, como cada noche, seré la dulce y exquisita hija del rey. Me vestiré de Cordelia y apareceré para desaparecer, no una sino dos veces, en la tragedia más trágica de todas las tragedias. Pero entre ambas comparecencias estelares también daré vida al bufón, afeándome y explotando mi perfil más cómico, irreverente y locuaz. Aunque no se deje ver más que al principio y al final de la obra, noto como su espíritu me posee, no puedo deshacerme de ella ni cuando hago rimas jocosas para divertir a la corte. La siento como si la llevara tatuada en mi piel lampiña. La porto en mis maneras sobre el escenario y en la pátina de amargura con la que me disfrazo mientras fantaseo con cambiar la historia. Quién sabe si algún día, como bufón, podré vengar a mi alter ego para que la damnificada Cordelia, mi Cordelia, alcance por una vez un final feliz.

78 - LO QUE TU AMIGO YORICK TE CUENTA, de Manuel Velasco

¿Y tú te apiadas de mi, maldito Hamlet?. Quizás los espejos no hayan sido mis mejores aliados ni la sedas hayan rozado mi piel. Quizás haya comido más centeno que trigo y más tripas que faisán. Quizás mientras tú dormías entre doncellas de piel blanca y jadeos de bambalinas, a mi me acortaban las noches mujeres de grandes cuerpos, pocas vergüenzas y cinturas traviesas. Aquí me ves, un manojo de huesos más, no más. Como lo ha sido su padre rey, como lo serás tú. ¿Y tú te apiadas de mí, maldito Hamlet?. Desgraciado es aquel al levantarse no ve aquello que desea, mal nacido es aquel que para reírse de la vida necesita alguien que le haga cosquillas. ¡Cuantas noches, mientras os reíais de mí, me burlaba yo de vosotros!. ¡Cuantas madrugadas reimos, bailamos, bebimos y nos amamos a vuestra salud en las cocinas de vuestros palacios!. Deja mi craneo reposar junto a mis tullidos huesos y parte a tu mundo, donde la alegría la traen los pobres y la pagan los ricos, donde la muerte os libera de la vida y, a los perdedores, nos igualan a aquellos que duermen en seda y comen faisán.

77 - CONTRA MÁS TE DOY MENOS LO VALORAS, de Mateo Redondo

-No esperaba esto de ti, estoy enloquecido con tu engaño -dijo él con amargura.
La mujer lo miró preocupada, el semblante de Otelo recordaba a un enajenado.
-¿De qué engaño me hablas? -A mis espaldas te ves con otro.
-¡Eso es falso! -gritó sofocada ella.
-¡Tengo pruebas!
-¡Pues no son verdaderas! Acaso no me casé en secreto contigo. No es cierto que te he venido contigo a esta ciudad. ¿Quién o qué te infunde este desvarío? ¿Dime? ¿Cómo te atreves a dudar de mi amor? ¡Mientras no recobres la cordura estaré en casa de mi padre! La mujer salió de aquella casa encendida y nerviosa.
-¡Vuelve! -gritó él desde el balcón.
-¡Ni hablar! -contestó ella. -¡Contra más te doy menos lo valoras! ¡Ya puedes buscar un buen consejero matrimonial! ¡Cretino! ¡Y reza para que se me pase y quiera ir a la terapia! Con pasos acelerados Desdémona se dirigió a la oficina de alquiler de coches.

76 - EL DECLIVE DEL AMOR, de Ana Quevedo

Fuera hace frío y llueve. Busco inspiración en el chispear de las llamas. Los cristales empañados me aíslan por completo de la realidad de fuera. Me faltan ideas!!!
-Tengo que acabar esta obra!!!!! Creo que los separaré para siempre! Eso es! Julieta no podrá escaparse y sus padres la obligarán a casarse. Romeo se irá lejos y jamás volverán a verse..... FIN!!
-Cariño, no puedes usar ese final... Apesta!!!
-Hay que ver cómo eres mamá! Y qué quieres? Un final inquietante????!!! Pues mira a ver qué te parece éste! Nadie lo esperará!!! Oh sí madre!!! Ella despertará y se encontrará a Romeo sin vida. Se habrá bebido un veneno al creerla muerta. Quién va a atreverse, a partir de hoy, a decir que nadie muere de amor?
-Qué hará ella, hijo? Ay no me digas!!!! Se clavará un puñal para reunirse con él!!! Será amor eterno!!!!
-Ay mamá! No te pases!!! Eres demasiado romántica! Ella le llorará hasta que su padre la encuentre. Luego la llevará a casa y acabará casándose con otro. El amor va en declive madre!
-Qué poca sensibilidad tienes hijo!!! Necesitas una novia!!
-Llegará un momento, querida madre, en el que todo, hasta el amor, sea de plástico.

75 - EL ODIO SUPERA AL AMOR, de Mateo Redondo

-¡Te odio! ¡Serás estúpido! -gritó a la vez que unas lágrimas surcaban sus mejillas, tras comprobar que el cuerpo de su prometido estaba inerte en el suelo de piedra de aquella cripta.
Junto a él había un pequeño frasco en el cual aún contenía un liquido azulado.
Ella lo cogió con el propósito de tomárselo y así reunirse con su amado, pero tal era su resentimiento que lanzó el frasco contra la pared más alejada.
-¡Es que no me oyes cuando te hablo! ¡Te dije que esperases a que me despertase! Aguantó el aire en sus pulmones y trató de respirar pausadamente para así poder controlar o al menos mitigar el ataque de nervios que la poseía.
-¡Ahora entiendo lo que decía mi padre! ¡Los Montescos sois obtusos! ¡Qué vería yo en ti! Volvió a realizar ejercicios de respiración, mientras acariciaba el cabello del joven.
-En unos momentos me iré, cerraré la puerta y aquí quedarás. Todos pensarán que hemos muerto los dos. A mi ya me va bien, tengo familia en Florencia y comenzaré una nueva vida allí, sin ti, pero como dice mi aya: En el mar hay más peces.
Silenciosamente se alejó con dolor en el pecho.

martes, 24 de enero de 2017

74 - ROMEO SIN JULIETA, de Ángel Domínguez

Sus familias les tenían prohibido todo acercamiento y no quisieron contradecirles. Él, con cierta pereza, retomó la relación con Rosalina. Ella, queriendo tener hijos, acabó casándose con Paris. De vez en cuando coinciden por alguna de las calles de Verona. Caminan en direcciones opuestas y apartan la mirada. La vida de ambos es cómoda y sensata, pero en alguna ocasión que otra, un pensamiento se les incrusta en el cerebro como cristal roto: hubieran preferido morir de amor.

73 - FINAL ALTERNATIVO, de Ernesto Ortega

La joven actriz salió a escena e interpretó el papel de Julieta con la misma pasión que había puesto en todas las representaciones anteriores. Sin embargo, salvo por su belleza, esa Julieta poco se parecía ya a la inocente Julieta que tres meses antes había debutado en el teatro. Empezaba a cansarse del papel que le había tocado en el arte de la vida y de las insistentes llamadas que, a partir de medianoche, el consagrado actor que hacía de Romeo realizaba a su habitación.
Por eso, al final de la función, después de despertarse de su aparente muerte y encontrarse el cuerpo inerte de Romeo a su lado, sintió la necesidad de improvisar un monólogo insólito:
 –Romeo, mi Romeo. ¿Qué te sucede? ¿No respondes a mis palabras? ¿Acaso has muerto por mí? ¿Cómo puedes ser tan estúpido? Pues no estoy dispuesta a morir por ti ni una noche más. Tampoco me meteré en un convento ni volveré a abrirte mi alcoba.
A continuación, Julieta arrojó el cuchillo con el que debía haberse suicidado y, sujetándose el vestido con las manos, bajó del escenario para recorrer el patio de butacas y, ovacionada por el público, salir del teatro.

72 - KROMBORG, UN CASTILLO LITERARIO, de Antonio Villalba

El castillo, de nombre altisonante, estaba al norte de Copenhague. A pesar del frío me dirigí hacia allí con una bicicleta alquilada. Cuando pinché, caí sobre el duro asfalto y pensé que era hora de renunciar. El Ferrari rojo que me recogió era conducido por un apuesto joven que, casualidades del destino, se dirigía a Kronborg. En el trayecto me contó que en esa fortaleza, Shakespeare imaginó su Hamlet. Me dejó en la entrada, y se despidió con un apretón de manos y una sonrisa. Al alejarse creí ver bajo su abrigo una calavera. En el interior, fantaseé con el príncipe danés y con el amor a Ofelia, entonces me percaté de que sus rasgos eran muy parecidos al de mi guapo chófer accidental.
Al bajar a las casamatas, en el subterráneo del castillo, me dio un vuelco el corazón, allí estaba la estatua de Holger, con los brazos cruzados sobre su espada y con el mismo rostro que Hamlet y que el conductor del Ferrari. Un espejismo difícil de explicar apareció ante mí y un remolino de emociones me embargó hasta perder el sentido. Al despertar me encontré al borde de la carretera, tendida sobre la bicicleta averiada.

71 - FUCKING VOCABLOS, de Lavier Lavín

Llego a la luz.
- Hola.
- Hola. ¿Puedo subir?
- No.
-¿Por qué?
- Eres Ricardo de Glóster, sanguinario asesino.
- “Ricardo III”.
- Abajo macho.
- ¿Al infierno?
- Sí.
- William está arriba, ¿no?
-¿Shakespeare?
- Sí.
- No, abajo.
- Ruego, custodio del descanso,
Cuyo alcance ansío
Precipitado por devenires del camino,
Y solicito vuestra compasión
A nublar esplendente sien de Dios,
Condonando la pena del pecado.
- ¡¿eh?!
- Exacto. William, torturador, me obliga a hablar así. Monólogos en verso repletos de vocablos (¿ves?), palabras, rebuscadas para cada pensamiento y acción. Ni mear puedo sin una oda a la orina. Bocazas y deforme por el más grande Lucifer de la historia escrita.
- Tus acciones te condenan, no tus palabras.
Súbito clavo un puñal en su corazón.
- Estamos muertos, Gilipollas.
- Gilipollas es pecado.
- Gilipollas es un “vocablo” de la lengua castellana.
- Soy inglés, “asshole”.
- Adiós.
- ¡Al infierno!
- Exacto, sigue la “gravity”. Parto a las llamas.
- Mi destino sellado queda.
Ponzoñoso abismo quema
 Las postreras esperanzas
Que un escupido, no nacido, alcanza.
¡Fucking vocablos!
Su pluma a mi lengua se precipita.
Ni en el infierno aplaca mi ira.

70 - MACBETH Y LOS GATOS, de Julia Otxoa

En la escena, hablan dos gatos.
-Gato primero: ¿Quién sería el ignorante que difundió tal mentira por el orbe terrestre?
-Gato segundo: No lo tomes así, yo siempre lo he visto como una leyenda, como algo que se disuelve por su propia esencia, como un terrón de azúcar en leche caliente. ¿Quién puede tomar en serio tal necio pensamiento que relaciona a las brujas con los gatos?
 -Gato primero: Sin embargo, ellas son protagonistas imprescindibles de “Macbeth”, de William Shakespeare , en esta obra las concibe como oráculo, desatando con sus pronósticos una encarnizada lucha por el poder.
-Gato segundo:Tranquilízate, los gatos nada tenemos que ver con el mal y , además,formamos también parte importante de la literatura,acuérdate del Gato de Cheshire, protagonista de “Alicia en el país de las maravillas”, de Lewis Carroll. Estoy seguro de que si los personajes de un autor pudieran saltar a los del otro, el mágico surrealismo de este gato podría haber salvado de su criminal destino a Macbeth.
 -Gato primero : Sí, tienes razón, el humor deshace el hielo de la ambición. Vamos, celebremos la vida aunque también diga la leyenda que los gatos nunca iremos al cielo!!!

69 - LA BUROCRACIA SE SIRVE FRÍA, de Diego Asenjo

Se abrió la puerta del Ayuntamiento de Piélagos. La funcionaria que atiende en recepción vio a un hombre con traje gris, arrugado. Le quedaba algo grande, como si fuera un par de tallas mayor al que debería ser. La corbata, torcida, y el pelo rubio, enmarañado.
 –Buenos días, señora –saludó con educación y acento extranjero –, quisiera presentar una solicitud en el registro municipal.
–Claro –respondió ella atenta –, dígame de qué se trata y entrégueme el original y una copia.
–Sí, verá usted, es una solicitud de venganza por magnicidio. Resulta que mi tío ha matado a mi padre, el rey, para ocupar ilegítimamente el trono.
–¡¿A Felipe?! –exclamó la mujer sobresaltada.
–No, a Hamlet senior. Rey de Dinamarca –contestó el caballero tranquilamente.
–¡Ah! Pero el Ayuntamiento no puede hacer nada. Eso debía ser un asunto de competencias impropias ¿sabe usted?
–Es que mi tío está aquí de vacaciones. Le he seguido y quiero vengarme.
–Esto es algo irregular… debería consultar a la alcaldesa. ¿Viene solo?
–Con mi amada Ofelia. Se ha ido al Pas a darse un baño.
–Espere.
Hamlet sacó de su bolsa una calavera. La miró fijamente, pensando: «Ser o no ser… depende de un papel».

68 - CUANDO LAS PRISAS NO SON BUENAS, de Iván Hernández

Polonio camina con brío cruzando la corte. Más tranquilo, sin duda se encuentra después de la conversación mantenida con Rosencratz y Guilderstern. Llegará a tiempo para espiar a Hamlet en su alcoba. De Ofelia, su hija, poco que decir, se encuentra en su habitual estado de colapso.
- “Debéis aclarar para mi, ¡oh, vosotros reales escuderos! lo que ocurre con la locura de Hamlet. Es preciso que sonsaquéis más información. Mi hija se casará con ese gañan”
- “¡Si, mi señor, descuide! Estamos bajo su servicio”, aclaran los escuderos. Polonio pues, sin tiempo, se apresura en la alcoba. Desorientada, Ofelia, no ha visto a su padre, que a escondidas se sitúa detrás de las cortinas.
Hamlet irrumpe desquiciado en su cuarto. Ofelia cae en sus brazos.
- “Querido, ¡Quiéreme o dame muerte ahora!”
- “¡Cállate, insensata! Un momento, ¿Qué son esos ruidos, de donde provienen?”
Hamlet, correoso, espada en mano, desplaza las cortinas. Allí están Rosencratz, Guilderstern, y en el otro lado, Polonio el inepto. Polonio los mira en señal de sorpresa y exasperación.
- “Tiene cojones, menuda cuadrilla de escuderos de pacotilla que sois. ¡Hala, ahora por listos, os mataré a todos!...y ya estaba para acostarme”, les incrimina Hamlet.

67 - HAMLET, POR EDGAR ALLAN POE, de Jesús Urbano

Era la siniestra medianoche, cuando el mundano ruido está en calma, Hamlet meditaba su plan para desenmascarar a Claudio. Estaba cansado, en vagas reflexiones embebido, cuando de pronto escuchó un ruido que provenía de su ventana.
“¿Eres tú, padre?”, preguntó pensando que sería otra visita del fantasma de su progenitor. Sin embargo, cuando se aproximó para abrirla, vio oscuridad y nada más.
“Será el viento, eso es todo y nada más.” Al regresar meditabundo a sus pesquisas, un cuervo entró en su habitación, posándose sobre la estantería.
“Horrible ser del averno, ¿qué has venido a hacer aquí? Tu presencia solo vaticina muerte.
Dime, ¿cómo te llamas?”.
Y dijo el cuervo: “Locura”.
“Engendro maligno, seáis pájaro o diablillo, salid de inmediato de mi dormitorio y regresad a la oscuridad de la noche, sin dejar rastro alguno”.
Y dijo el cuervo: “Locura”.
Hamlet enloquecido, abandonó su habitación, gritando y corriendo por los corredores. ¿Fantasmas? ¿Cuervos parlantes?
Los guardias de palacio no tuvieron más remedio que encerrarlo. Y allí siguió posado el cuervo, hasta que Claudio fue a recogerlo, orgulloso de que su plan hubiera salido a la perfección, pues Hamlet no podría liberarse.
¡Nunca más!

66 - DESDÉMONA Y MIGUEL MATAS, de Antonio García Velasco

He aprendido de Otelo y, por más que me insinúan y me repiten lo contrario, no dudo de la fidelidad de mi Desdémona. No aumentaré la estadística de la violencia machista con una muerte más. Me niego a admitir que ella me engaña y, si así fuese, no llegaría a violentarla. Pero, no, no me es infiel, ni hablar. Y menos con mi ayudante Cassio, disimulado y respetadísimo gay, que ya prepara ilusionado su boda con Miguel Matas, es decir, conmigo. Claro que, antes de anunciar el compromiso, tengo que romper con ella y vueltas le doy al modo de alejarla de mi vida.
La ocasión llegó, por fin, pues Desdémona nos encontró juntos en la cama a Cassio y a mí. No tuvo contemplaciones y me disparó a bocajarro. Luego se suicidó. Cassio quedó traumatizado por la violencia de género.

65 - QUINCE ABRILES, de Edita Nogueira

Menudo domingo lleva: todo el día agradeciendo felicitaciones cursis en las redes sociales y por whatsapp. Ningún cumpleaños anterior había recibido tantas. Pero la más importante no llega. Ni ella ni él; porque le valdría perfectamente un beso en persona... A escondidas, claro, que nadie sabe lo suyo. Por eso no para de hacer viajes al balcón, con la esperanza de verlo aparecer por la acera. Sus padres empiezan a mosquearse y le resulta muy complicado seguir inventando excusas. Se acuerda de Julieta: ¡qué suerte tenía la tía, a ella no la hacían esperar tanto! Decide que ya está bien de hacer el ridículo; se asomará por última vez. Y hete ahí que aparece el mozo, rodeado de un grupo de músicos, con un ramillete de flores en una mano y una cajita en la otra.
—¡Romeo, ¿qué haces?!
 —¿Romeo? ¿Estás bien, preciosa?
No, ni bien ni mal: desaparece como una exhalación, muerta de vergüenza. Encerrada en su cuarto, llora lo que no está escrito. Y se pierde los cánticos desafinados de la tuna improvisada, el anillo de bisutería y unas preciosas margaritas silvestres.

domingo, 22 de enero de 2017

64 - JUGAR A MORIR, de Belén Sáenz

Julieta se despereza. Consigue despegar los párpados y que el latido de la vida espante la palidez de su rostro. Se incorpora para rehuir las sábanas frías, mortaja fallida que añade triunfante a su calendario. Regresa del viaje con la boca pastosa; el olor ácido, limón, le refresca la memoria. En el suelo están la cucharilla ennegrecida y la jeringuilla, y siente el vértigo de haber sido capaz una vez más. Desata la tira de caucho cuarteada que le ha irritado la piel del antebrazo. A su lado yace Romeo, el camarero del bar Verona. Es un sudaca, pero está bueno. Recién llegadito de un poblacho minero de quién sabe dónde. Virgen. Ni siquiera se había fumado nunca un canuto. Es una monada, su piel cobriza no parece acusar la mierda que se han metido en vena. También ha abierto ya los ojos, así que le sonríe y se acerca para besarle en los labios. Pero son unos labios definitivamente muertos. Y entonces ella, con total lucidez, busca un cuchillo y lo clava en su propia garganta, como si esa noche no mereciera otra cosa que un final de historia de amor eterno.

63 - EL DISGUSTAZO DE HAMLET, de Susana Revuelta

—La he cagado pero bien —se lamentaba el príncipe Hamlet mientras se enjugaba la sangre de las manos en el bebedero de los caballos—. Con su padre atravesado por mi espada, la Ofelia se ha cogido un cabreo que para qué, ¡y ya no quiere casarse conmigo! Lo que no entiendo es qué demonios hacía este hombre en el campo de batalla, si anoche me comentó que no llegaría a tiempo, que tenía hora donde el galeno para ponerse un par de sanguijuelas. Y ya ves tú, que me lo he cargado sin querer…
—Sí, uno nunca sabe dónde la tiene —contestó apático el mozo de cuadra mientras cepillaba el lomo al corcel, como diciendo «a mí qué me cuentas».
—¡Mi señor! —se presentó haciendo una exagerada reverencia con su flequillo negro un emisario todo sudoroso—. Su futura promesa…
—¿Mi qué? Tú estás pensando en el torneo de caza…
—…Perdón. Su prometida, la joven Ofelia, se ha caído por un puente.
—¿Resbaló?
—No. Se tiró.
—Qué cabrona —musitó abatido Hamlet—. Ya me imagino que ahora seré yo el personaje malo malísimo que la lió parda. Y saldré muy mal parado en alguna novela, lo veo venir, eh.

62 - VIVIR O SOÑAR, de Jose Antonio Domenech

Al nacer, lloramos porque entramos en este vasto manicomio que es el mundo, es triste pero no hay opción. Después, antes que nada tratas de ser verídico para contigo mismo. Y así, tan cierto como que la noche sigue al día, hallarás que no puedes mentir a nadie porque te mentirías a ti mismo. Muchas veces el demonio nos engaña con la verdad, y nos trae la perdición envuelta en dones que parecen inocentes y piensas, morir, dormir...
...¿dormir?, tal vez soñar, otros ya lo pensaron, ¿sera la vida un sueño? O simplemente una ilusión que se acaba al despertar, el ser o no ser. . Pero debemos ir con calma pues el que va demasiado aprisa llega tan tarde como el que va muy despacio, y de lo que se trata no es de correr mas sino de poder llegar. A cada paso que des tienes que tratar de aprender y asumir cada virtud que no tengas y así ir creciendo.
Nunca pierdas el sueño que despeja la oscura trama del dolor; ese sueño, descanso de toda fatiga; el alimento mas dulce de la vida; la paz del guerrero, simplemente, vive y deja vivir.

61 - ¿A QUIÉN AMA EL REY LEAR? de Marcos R Plasencia

Después de ser aprisionado por Edmundo, un soldado quiso saber algo antes de dar muerte al rey Lear:
- Preguntó a sus hijas cuál de ellas lo amaba más. Su hija Gonerilda lo trató como un viejo inútil; Regania, como un vagabundo; y Cordelia, como un fantasma. Después de tanta desventura, ¿a cuál de sus hijas ama usted más?
El rey levantó su cabeza lentamente y miró al soldado con un brillo en los ojos.
- Las amo a las tres hasta la locura que me ha de llegar por culpa de mi propia vanidad.
- Es imposible amar a tres personas que han sido capaz de despreciarle y disfrutar con el devenir de su ser y su reino – contestó el soldado algo airado.
- Estás muy equivocado – respondió el rey con voz rota – Yo he sido el que las ha despreciado. Pensaba darle mi reino a quien más me amara. Quise comprar el amor de mis hijas a cambio de tierras y servidumbre. Obligué a tres jóvenes engreídas a batallar por mero egocentrismo. Las quiero a las tres por igual porque no son más que un reflejo de mí. No son más que tres reinas Lear.

60 - MANUAL PARA UN SUICIDA, de Luis San José

─¿Existe mayor infortunio que no saber cómo utilizar una silla? Ha de ser un simple instrumento de descanso, o quizás un trampolín para conseguir definitivamente una vida más placentera. ¡Ah, dilema despiadado que te aprovechas de la tibieza de mi espíritu!
─¡Por Dios, qué cara de muerto tiene usted.
─Dormido, no más.
─Pues resulta poco noble hacerse el muerto estando simplemente dormido. ¿Y dígame: tiene sueños?
─Soñar o no soñar, he ahí una nueva incertidumbre inútil. ¡Déjeme! Solo quiero acabar con la afrenta de arrastrar esta silla como un imbécil.
─Quizás ese papel que cuelga… ¿puedo ayudarle?… ¿me permite?…
(Leyendo)
«Enhorabuena por adquirir nuestra silla, especialmente recomendada para usted. (gestos de sentirse observado)
 Instrucciones:
• Asegúrese de tener cargada su voluntad.
• Súbase. (Invitándole a hacerlo)
• Cierre los ojos si siente vértigo.
• Notará los primeros efectos con un encharcamiento de los ojos, un pegote de nostalgia en la garganta y el efecto Doppler en su piel con una desviación paulatina hacia el azul.
• Si advierte síntomas de arrepentimiento, inicie un plan alternativo de escape que nos ha debido solicitar previamente.
• De no ser así, utilice el recurso del pataleo e intente acudir urgentemente al psiquiatra».
 (Oscuro, ruido de silla y grito)

59 - LA PROTESTA DE JULIETA, de Diego Asenjo

Shakespeare salió al escenario del teatro con paso rápido. Malhumorado. Miró hacia el patio de butacas, buscando algo. Lanzó un grito de triunfo mientras señalaba con el dedo hacia una joven sentada entre las primeras filas.
–¡Ajá! ¡Ahí estás! Sube aquí, anda –exclamó desde las tablas.
–No quiero –respondió tercamente la muchacha. Debía tener apenas quince años y estaba sentada de lado, sin mirar al dramaturgo, que torció el gesto.
–¡Esto es inadmisible! ¡Vuelve para poder terminar la obra!
–He dicho que no –insistió ella, que giró la cabeza para mirar a Shakespeare y sacarle la lengua.
–¡Julieta!
–¡Quieres matarme! ¿Cómo esperas que vaya contigo?
–Forma parte del drama, querida…
–¡Bah! ¡El drama! Esta gente está harta de esas cosas. Bastantes problemas tienen ¿verdad señora? –preguntó a una mujer sentada a su lado que la miraba en hito.
–No molestes al respetable Julieta y sube aquí.
–¿Willy, no puedes escribir que alguien advirtió de mi falsa muerte a Romeo por teléfono?
 –Se trata de una obra de época ¡sería un anacronismo!
–No me importa. Yo siempre fui anarquista. Contra las normas.
–He dicho anacronismo… no importa, ven.
–Señora, ¿puede usted mandarle un whatsapp a Romeo? Me harté de morir tontamente.

58 - OFELIA, de Eloína Calvete

Con un diestro bocado le arrebata el pincel que utiliza para lustrar la empanada; Havoc reclama su atención. Ofelia deja la tarea culinaria, se pone el chaquetón y coge las llaves del piso; mientras, el pequeño enreda feliz al comprender que por fin salen. La tarde es desapacible, pero el cachorro de mastín necesita su paseo vespertino.
En solo unos meses se ha convertido en el centro de su vida; nunca olvidará aquella fatídica noche, cuando desesperada se arrojó desde el puente y le encontró medio ahogado en el agua, luchando por salir de un andrajoso saco. Juntos ganaron la orilla, y desde entonces forman una peculiar pareja; viven el uno para el otro, huraños y desengañados del resto del mundo. El insólito encuentro significó una nueva esperanza de vida para ambos. Havoc corretea feliz delante de Ofelia, ella le sigue intentando mantener su vertiginoso ritmo; sonríe recordando la oportunidad de aquel descorazonador salto hacia la nada; aquella lamentable zambullida le había proporcionado justo lo que necesitaba, una razón para vivir.

57 - AMOR LOCO POR EL TEATRO, de Begoña Heredia

—Caballeros, soldados, todos estáis a mí alrededor. ¿Decidme dónde está Ofelia? La oí cantar esta mañana, llevaba en sus manos flores. ¿Dónde se encuentra su cuerpo? Ha llegado la noche y mi amada no aparece.
—Díganoslo usted ¿Dónde está Ofelia?
—Soltadme. Reinaldo, Polonio, no intentéis confundirme—dice y retrocede evitando mirar a los focos. — Maldito sea…
— “Reinaldo” y “Polonio” yo hablaré con “Hamlet”.
—Claudio, querido tío
—Sí, soy tu tío— dice y continua hablando— “Hamlet”, Ofelia paseaba por el río, recogía flores y entonces…
— Cruje el escenario bajo nuestros pies—grita Hamlet mirando hacia el suelo.
—Lo que va a crujir es tu cuello. Habla o te meto la cabeza en la tierra.
— “Claudio”… digo sargento, han encontrado un cadáver en la otra orilla.