martes, 24 de enero de 2017

69 - LA BUROCRACIA SE SIRVE FRÍA, de Diego Asenjo

Se abrió la puerta del Ayuntamiento de Piélagos. La funcionaria que atiende en recepción vio a un hombre con traje gris, arrugado. Le quedaba algo grande, como si fuera un par de tallas mayor al que debería ser. La corbata, torcida, y el pelo rubio, enmarañado.
 –Buenos días, señora –saludó con educación y acento extranjero –, quisiera presentar una solicitud en el registro municipal.
–Claro –respondió ella atenta –, dígame de qué se trata y entrégueme el original y una copia.
–Sí, verá usted, es una solicitud de venganza por magnicidio. Resulta que mi tío ha matado a mi padre, el rey, para ocupar ilegítimamente el trono.
–¡¿A Felipe?! –exclamó la mujer sobresaltada.
–No, a Hamlet senior. Rey de Dinamarca –contestó el caballero tranquilamente.
–¡Ah! Pero el Ayuntamiento no puede hacer nada. Eso debía ser un asunto de competencias impropias ¿sabe usted?
–Es que mi tío está aquí de vacaciones. Le he seguido y quiero vengarme.
–Esto es algo irregular… debería consultar a la alcaldesa. ¿Viene solo?
–Con mi amada Ofelia. Se ha ido al Pas a darse un baño.
–Espere.
Hamlet sacó de su bolsa una calavera. La miró fijamente, pensando: «Ser o no ser… depende de un papel».

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