martes, 30 de enero de 2018

264. QUE VAN A DAR EN LA MAR, de Fuensanta Estremera

He pasado muchos días, quizá meses, no logro recordarlo, encerrada en la biblioteca. Intentaba llenar con la lectura el enorme vacío que notaba en mi interior. A veces, sobre todo por las noches, ¿cuántas noches?, salía a pasear por las avenidas desoladas. Si me tropezaba con alguien, me ocultaba entre los árboles o torcía el rumbo por arrabales solitarios. De vuelta a casa, intentaba dormir. Un sueño sin descanso, tan confuso como la vigilia. Pero todo ha cambiado esta mañana, cuando releía los versos que Jorge Manrique pone en boca de su padre: “…Y consiento en mi morir con voluntad placentera, clara y pura...” Al instante he recordado la desgarradora violencia de mi accidente. Y he llorado sin consuelo por mi familia rota, por los amigos perdidos y por todo aquello que amaba y ahora es patrimonio de las sombras. De súbito, las paredes de la habitación han comenzado a temblar, adquiriendo una vibrante y estremecedora transparencia. Ante a mis ojos se ha abierto un túnel negro y profundo, en cuyo fondo se adivina una leve claridad. He comprendido que es necesario aceptar la muerte para seguir viviendo. Serena y sonriente, me he dirigido hacia la luz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.