miércoles, 31 de enero de 2018

310. ANA VRONSKAYA, de Santiago Crespo

¿Y si Karenin, contra toda lógica y desoyendo a la voz de su sensatez, hubiese retado a Vronsky a duelo?
“Crónica de una muerte anunciada” podría haberse escrito un siglo antes: el estadista no tendría ninguna opción contra el soldado, y aún menos si tenemos en cuenta la diferencia de edad entre ambos.
Sin embargo, pese a tener todo a su favor, Vronsky esperaría hasta el último segundo para acudir a la cita, deseando que alguien lo cancelara. Pero Karenin, hombre de honor, jamás se echaría para atrás después de haber lanzado el guante.
Al alba, en el parque Shuvalov, detrás de la iglesia de san Pedro y san Pablo, Vronsky llegaría con su amigo el general Serpujovskoy como padrino. Por su parte Karenin aparecería con Levin, quien nunca dejó de odiar a Vronsky.
Tras la primera campanada se escucharían dos disparos. Karenin recibiría la bala en el pecho y moriría al instante. Vronsky resultaría herido en el muslo. Ayudado por Serpujovskoy, volvería con Ana y vivirían felices, lejos de las habladurías de los salones y de las vías.

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