miércoles, 31 de enero de 2018

335. LA AUSENCIA, de Yolanda Fouce

El duelo se hizo esperar. Se disfrazó de coraje y entereza. Se escondió entre los amorosos cuidados a una madre que se convertía en viuda y a unos hermanos ahora huérfanos como ella. Las lágrimas permanecían en su interior mientras secaba las ajenas. La ausencia la iba rompiendo, aunque nadie lo percibió. El dolor silencioso creció en intensidad día tras día, alimentándose de su cobardía y su generosidad a partes iguales. Al calmarse las aguas de la muerte paterna, las lágrimas estaban ya secas, al igual que el alma que decidió rendirse agotada. Hoy el duelo es por ella y el dolor de otros.

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