miércoles, 31 de enero de 2018

336. OJO QUE NO VE, CORAZÓN QUE SIENTE, de Frank Jakob

Odiseo liberó a sus compañeros que estaban atados al vientre de las ovejas de Polifemo. El monstruoso cíclope ya no podía ver al héroe de Troya, quien antes le había clavado en su ojo una estaca.
Una vez a bordo de la nave, el muy astuto Odiseo gritó a Polifemo: “¡No te hirió Nadie, sino Odiseo!”.
Polifemo se desesperó: “¡Ya me lo vaticinó Telemo!”
Odiseo declaró: “Alabado sea Telemo, cíclope vidente, y benditos sean los que, como él, son sabios y generosos.”
Polifemo exclamó: “¿Por qué no me mataste? ¿Por qué la estaca en mi corazón no clavaste?”
Odiseo replicó: “Los cíclopes sois grandes y fuertes, contra vuestro poder nada pueden hacer los hombres. Nosotros dos ojos tenemos: uno para ver desde nuestra perspectiva y otro para ver desde la de los demás. Pero los dioses, de un solo ojo a los cíclopes dotaron, para que sólo del segundo modo lo usaran y así fueran justos allá donde gobernaran, reconciliando enemistades y sembrando la paz. Pero tú, Polifemo, sólo por tu bien mirabas, los caprichos de tu ego saciabas, por esta razón la estaca en tu ojo clavé, pues privándote de tu poder, la muerte ya no era menester.”

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